viernes, 9 de marzo de 2012

para enseñar

Raros e incomprendidos, así son los genios

Las personas superdotadas no siempre se adaptan fácil a la escuela. Ésta es lenta para ellos.

Por JOHN SALDARRIAGA | Publicado el 4 de marzo de 2012

Santiago aprendió a leer sin maestra, en un teclado de computador que su madre recogió de una basura en la calle.

En esa ocasión, ocurrida hace seis años, cuando él tenía tres, lo único que debió tener ella, Gloria Emilse Estrada, fue paciencia, virtud que a ella le sobra. Por unos días, el chico no hizo otra cosa que preguntarle a cada rato: "Cuál es esta letra", "la eme", "qué se escribe con eme", "el nombre de tu hermanito: Mateo". Y así, con el paso de los días, él comenzó a leer.

Según Nelson Correa , el papá del niño, en ese tiempo vivían en una finca en La Estrella y transcurría la época más feliz de su existencia, en medio de animales y plantas y lejos del ajetreo de la ciudad. "Pasamos tres o cuatro años sin comprarles televisor a los niños. Vivíamos en una casa que más bien parecía un taller: llena de plastilinas, pinturas, cartones y varios armatodo".

Así, los hijos de Gloria y Nelson, que posteriormente tendrían televisor, nunca han sido muy aficionados a gastar sus horas frente al receptor.

A nadar, Santiago también aprendió sin ayuda, observando en los documentales los movimientos de aletas y colas de los ornitorrincos y de las ballenas.

Así, sus padres fueron cultivando su mente. Según varias pruebas realizadas por Henry Castillo, doctor en Neurociencia y director de Doctorados de la Universidad de San Buenaventura, él resultó ser un chico con capacidades o talentos excepcionales o, como decimos comúnmente, un niño superdotado. Mateo, su hermano menor, tiene un talento especial para las artes plásticas.

Antes de seguir adelante digamos que una persona superdotada intelectualmente es, según la Organización Mundial de la Salud, aquella que cuenta con un coeficiente intelectual superior a 130 puntos sobre 200. Medida que estableció el pedagogo y psicólogo francés Stanford Binet, mediante una prueba.

Este tipo de individuos, desde temprana edad, es decir, cuando son menores de 10 años, dominan uno o más campos científicos o artísticos y logran resultados obtenidos generalmente por adultos. Algunos de los campos más comunes de los niños prodigios son las matemáticas, el ajedrez, las artes visuales, la música y muchas otras áreas.

Santiago, estudiante de sexto grado del colegio Antares, institución que explora la metodología de las Inteligencias Múltiples, tiene un coeficiente intelectual de 142.

"Se considera que una persona promedio tiene un coeficiente de 100, con márgenes de 15 puntos hacia arriba o hacia abajo", explica Henry Castillo.

Caramelo escaso
Visto este asunto de definiciones y números, digamos que un niño prodigio como Santiago, siempre presenta soluciones para los problemas de la vida real y mantiene la mente ocupada.

Por ejemplo, para enseñarle a su hermanito la tabla del seis, ideó un juego de carrera de observaciones, dejándole pistas en los lugares más disímiles de la casa.

El año pasado le dio por aprenderse los álbumes de Historia Natural y de El Mundo de los Animales Prehistóricos y en Peligro de Extinción, producidos por una marca local de chocolatinas, y en los casos en los cuales bajo la lámina no aparecía el dato del peso del ejemplar, él lo completó.

Quien entra a la casa de los Correa Estrada, en Castilla, no requiere hacer mucho esfuerzo para imaginar la de La Estrella. En toda ella hay huellas de los hijos: dibujos y pinturas en todas partes, manufacturas hechas en cartón, instrumentos musicales diseminados por aquí y por allí, libros y entre estos, la Biblia. "La estoy leyendo desde el principio: ya terminé el Génesis y el Éxodo ".

Solitarios
Uno no necesita ser un Howard Gardner , el psicólogo de la Universidad de Harvard que propuso la teoría de las inteligencias múltiples; ni Henry Castillo , quien trabajó con esta teoría en un colegio suyo de La Estrella; ni Ricardo Ortega, quien en Antares trabaja con esos postulados, para darse cuenta de que Santiago tiene desarrollada la inteligencia interpersonal, o sea la capacidad de responder de forma apropiada a las demás personas, de relacionarse con ellas.

"Es la inteligencia social", dice Castillo.

Hay otros superdotados que son más reservados, solitarios y ajenos a la vida social, pero seguramente fuertes en otra de las inteligencias múltiples, la intrapersonal, caracterizada por la capacidad de conocerse a sí y de manejar sus emociones y pensamientos, y de realizar proyectos independientes. Uno de estos es Simón Echeverri Navarro. No es parrandero y apenas sí se reúne de vez en cuando con un viejo amigo de colegio para salir a dar una vuelta por la ciudad del entretenimiento.

"No es fácil tener amigos; a la mayor parte de la gente no le gustan mis temas de conversación".

La física es el centro
Este joven, quien ahora tiene quince años, es físico. Después de pasar por algunos colegios que usan métodos adecuados para las personas con talentos excepcionales, al menos de metodologías más cercanas a lo adecuado u otros conocidos por su riguroso nivel de exigencia académica, se cansó del lento avance en esas instituciones y ahora termina su bachillerato con la asistencia de tutores en distintas asignaturas y como autodidacta en su propia casa. Algunos de estos los proporciona la Universidad Eafit.

Desde los tres años descubrieron su genialidad. Resolvía problemas matemáticos. Y a los diez años asistía a los cursos de astrofísica del profesor Jorge Zuluaga, en la Universidad de Antioquia.

En una página del Ministerio de Educación aparece una entrevista suya de cuando tenía 11 años, en la cual afirmaba que tenía su propia teoría sobre el origen del mundo, la misma del Big Bang, pero con algunas modificaciones: "Me parece ilógico que el Universo estuviese recogido en un punto -decía entonces-. Yo creo que hay varias dimensiones conectadas por agujeros negros que tenían energía concentrada que luego colapsó creando nuestra dimensión. Estamos en el punto intermedio".

Simón tiene 142 de coeficiente intelectual. Después de presentar las pruebas del Icfes, para lo cual considera que le faltan algunos estudios de filosofía, viajará a Alemania a estudiar una carrera, que aún no define, pues le gusta todo el espectro de la física, cosmología, astronomía, mecánica cuántica...

Aparte del lento avance académico en los colegios, que siempre genera impaciencia en personas como él, fue víctima de abusos y atropellos por parte de sus compañeros, quienes veían en él a un nerdo infatuado. "Pero yo nunca presté atención a esas cosas".

Cuando oye a sus parientes mencionar a Dios o algo que aluda al espíritu, exclama, como haciendo acopio de una paciente indulgencia.

"¿Usted en qué cree, Simón?", le pregunto. "En nada. ¿No ve que soy físico?".


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